Se define como dolor músculo esquelético crónico y difuso que se caracteriza por dolor en puntos característicos del cuerpo y que a su vez puede ir acompañado de síntomas que pueden afectar múltiples partes del organismo. La causa se considera de carácter multifactorial puesto que se han estudiado múltiples teorías que pudieran estar relacionadas a esta enfermedad tales como alteraciones del sueño, emocionales, alteración de la percepción del dolor, cuestiones tanto ambientales como genéticas, por lo que hasta el momento no se tiene identificada una causa exacta de la enfermedad.
Las manifestaciones más comunes en niños o adolescentes son el dolor músculo esquelético que se puede manifestar con dolor de las articulaciones, dolor muscular, acompañado además de alteraciones del sueño que se caracterizan por un sueño no reparador, e insomnio. A su vez también podemos encontrar la presencia de cefalea (dolor de cabeza) hasta en el 70% de los casos, dolor abdominal recurrente, y dolor de pecho.
El diagnóstico de esta enfermedad requiere una valoración y exploración física detallada por médicos expertos, que a pesar de ser una enfermedad infradiagnosticada, es una de las razones más comunes de dolor músculo esquelético crónico en la consulta de Reumatología Pediátrica y de Adultos. El tratamiento debe de ser multidisciplinario, el apoyo psicológico, así como el manejo del dolor son las bases del tratamiento. El diagnóstico oportuno o temprano, mejorará la calidad de vida a corto y largo plazo del paciente.
Bibliografía: Coles et al. Pediatric Rheumatology (2021) 19:22
El síndrome de fatiga crónica en niños es una enfermedad incapacitante y relativamente común con un impacto importante en la vida tanto del paciente como de la familia del mismo, que a pesar de afectar la calidad de vida y el desarrollo psico-social del paciente, tiene una buena respuesta al tratamiento especializado. La prevalencia según la literatura se encuentra entre 34-41% de los adolescentes, existiendo dos picos de presentación entre 10 y 19 años, luego hasta los 30 años de edad. Los factores que se asocian a esta enfermedad son: el sexo femenino, a mayor edad más comúnmente se presenta en niñas; factores genéticos, los hijos de madre con esta afección tienen de 2 a 3 veces más riesgo de presentar la misma enfermedad; ésto pudiera ser secundario al impacto familiar que esta enfermedad genera.
Clínicamente se caracteriza por fatiga severa que dura al menos 3 meses, acompañado de síntomas como dolor de cabeza, alteraciones del sueño (dificultad para conciliar sueño profundo) alteraciones cognitivas (pérdida de la memoria, bajo rendimiento escolar), dolor de garganta, dolor muscular, náusea y mareos. El síntoma más común es el malestar después de realizar un esfuerzo, motivo por el cual en múltiples ocasiones se ve afectado el rendimiento escolar, entre otras tareas de la vida cotidiana. En algunos casos, los pacientes pueden manifestar una fatiga tan importante posterior a realizar actividades simples como bajar o subir escalones.
El diagnóstico se realiza así mismo con una historia clínica y exploración física también detallada; es importante descartar otras enfermedades orgánicas que estén generando los síntomas característicos. Ensayos clínicos sistemáticos han demostrado con evidencia que el tratamiento más benéfico en estos pacientes es la terapia cognitivo-conductual así como terapia de ejercicio gradual, acompañado de tratamiento para síntomas asociados; así se mejora la calidad de vida y desarrollo psicosocial de manera importante y rápida, posterior al inicio de tratamiento. El diagnóstico temprano evita complicaciones a largo plazo como trastornos de ansiedad y depresión en el adolescente.
Bibliografía: Pediatric Health, Medicine and Therapeutics 2018:9